martes, 1 de diciembre de 2009

Satori, de Leo Maslíah

- Por lo tanto, podemos afirmar -dijo el conferenciante, con entusiasmo- que el comunismo fracasó. No es forma válida de organización social.
- Sin embargo, todavía en algunos pequeños países se da que... -empezó a decir uno de la fila del fondo, pero fue interrumpido con vehemencia por el conferenciante:
- Ningún proceso historico puede darse de modo tan tajante y uniforme en todo el globo. Es natural que, en algunos lugares, las cosas se den en tiempos distintos. Pero a la larga, la economía de mercado y el capitalismo reinarán en esos países también.
- ¿Reinarán, profesor? -preguntó atónita una espectadora de la primera fila.
- Bueno, no -respondió él, sonriendo con desdén-. Pero constituirán sin duda el modelo que habrá de impulsar el presidente allí electo. El capitalismo no será un régimen perfecto, pero es el único capaz de sostenerse hoy en día.
-¿Y por eso hay que apoyarlo? -preguntó el del fondo-. ¿Sólo porque sea capaz de sostenerse? El capitalismo es una porquería. En los dos siglos que lleva rigiendo al mundo, multiplicó la pobreza por todas partes menos, quizás, en Escandinavia y dos o tres lugarcitos perdidos por ahí. Pero ya les va a tocar. Ningún proceso histórico se da parejo en todos lados.
- Es verdad -dijo el conferenciante, pensativo-. El capitalismo tampoco sirvió. No soluciona los problemas de la gente. Al contrario: crea más. Mi error fue pensar que un sistema capaz de perpetuarse debe ser mejor que un sistema efímero.
- Claro -apoyó el otro-. Ese es el error que comete mucha gente. Es el modo de exitista de pensar. El que gana es el bueno.
- Váyanse -el conferenciante, con lágrimas en los ojos, hizo un gesto a la audiencia como para que se apartara-. Tengo mucho en qué pensar. Quiero estar solo.

jueves, 26 de noviembre de 2009

Amor cucaracho

Pasan muchas cosas en la corta vida de alguien como uno, siempre dispuesto a aventuras efímeras viviéndolas como posibles estilos de vida, como el camino a seguir por el resto de los días. Buscando, uno se encuentra por ahí enormes fuertes que al pisarlos mestran su verdadera naturaleza de castillitos de arena secos esperando a que un iluso-soñador-romántico-pelotudo los derrumbe. Siempre sospeché que hay alguien riéndose cuando eso pasa, pero la sospecha ha quedado ahí... pero el día en que encuentre al gracioso le cantaré las cuarenta (1).
En fin, la historia que quería contarles es la de la nochebuena del año pasado. No importará tanto dónde estaba exactamente ni con quién, sino que en los festejos me entró algo de nostalgia. Después de haber bebido unos tragos, me acerqué a la acequia para reposar las patas. Por alguna razón, tenía los zapatos puestos y no recordaba habérmelos puesto (de hecho, casi nunca usaba zapatos). Seguramente por la misma razón por la cual me había puesto una camisa colorinche sin los primeros dos botones. En eso de examinar lo que traía puesto casi como un reflejo tusivo, vi una cajita de fósforos que se movía. La caja era realmente grande: debía ser de esas que vienen con fósforos de cartón todos unidos a ella, con pocas unidades.
De atrás de la caja apareció, letal, preciosa, una cucarachonononona que no se puede explicar... desde la primera pata hasta la punta de sus antenas pasando por unas alas elegantes, todo en ella había sido creado para seducir. Me miró. Me mató.
Ahí tengo un bache que no logro aclarar. No me gusta mentir, así que diré lo próximo que recuerdo. La morocha estaba riendo por algo que dije. En ese momento pensé que con esta me caso, es la madre de mis hijos y todas esas huevadas. Seguramente los tragos me tenían medio tocado, pero sí recuerdo bien ciertas cosas que me obligué en ese momento a memorizar para demostrarme que no estaba borracho: las dos piedrotas frente a mi y detrás de ella formaban una sombra que tocaba exactamente la punta de la caja de fósforos. En fin, lo cierto es que me sentía insignificante ahí hablando con ella, pero a la vez asumí que ya tenía todo resuelto: el resto de mis días al lado de aquel repentino amor (2) (3)
Otro bache. Y finalmente vi las antenitas que se iban. Juro que las antenitas más lindas que recuerdo haber visto irse. No recuerdo su voz, aunque sí el gesto de "me voy".
Ya para esa hora la nostalgia se había hecho sueño y vómito.
No sé bien por qué he recordado esto ahora. De hecho, no sé si pasó completamente o si me pasó a mi; digo, me pareció haberlo visto de arriba, como siendo espectador, pero recuerdo (4) las sensaciones, la nebulosa donde estaba, la ilusión de la cucaracha del resto de mis días (5)

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(1) Seguramente no lo haga.
(2) Me avergüenza llamarlo amor, ahora.
(3) Hay que tener cuidado en lo que dice aquí el narrador ya que, teniendo en cuenta que los tiempos y las percepciones de las cucarachas no son los mismos que los nuestros (humanos), el significado de "el resto de mis días" no debe entenderse como mucho tiempo así como el de "amor" no podríamos asegurar se trata de un sentimiento profundo. Además, los amores cucarachos son así: repentinos y, por lo tanto, duraderos.
(4) Imagino?
(5) Una bocha de tiempo!

lunes, 23 de noviembre de 2009

Cuentos para no morir

El hecho de morir es muchas cosas. Se puede morir en el sentido literal y nadie sabe bien qué pasa con eso, cómo sigue la cosa si es que sigue. A nadie le gusta mucho esta idea de morir porque da la sensación de que todo se acaba, pero eso porque lo percibimos desde la vida. El morir es una experiencia ajena a uno, quiero decir, uno no la experimentado más que como testigo. Eso lo hace terrible.
De esta primera idea se desprenden otras maneras de morir, menos letales si se quiere: la indiferencia es muerte, la burla es muerte, la intolerancia y los hijos de puta también. Seguro que hay muchas otras.
Los tipos de muerte que me rondan por estos días no son letales pero sí duelen: la ausencia y la distancia. Y, fiel a mi testarudez, no voy a dejarme acariciar tan fácil por ellas.

Por eso tengo que hacer algo, algo que aleje estas muertes que se empeñan en velar mis sueños, en alejar lo que está lejos, en querer diluir lo que está ausente. Así como Sherezad peleó contra varias muertes durante muchas noches contando historias, intentaré apalear mis muertes durante otras tantas de la misma manera.

El tema es que quizás no soy sólo yo el asediado. Entonces, estas historias, cuentos, poesías y demás cositas que aparecerán en los días sucesivos y por unos meses son básicamente para no morir, MI no-muerte y TU no-muerte...

viernes, 31 de julio de 2009

"La Ciudad", de Gonzalo Millán (poeta chileno)


El río invierte el curso de su corriente
El agua de las cascadas sube
La gente empieza a caminar retrocediendo
Los caballos caminan hacia atrás
Los militares deshacen lo desfilado
Las balas salen de las carnes
Las balas entran en los cañones
Los oficiales enfundan sus pistolas
La corriente penetra por los enchufes
Los torturados dejan de agitarse
Los torturados cierran sus bocas
Los campos de concentración se vacían
Aparecen los desaparecidos
Los muertos salen de sus tumbas
Los aviones vuelan hacia atrás
Los Rockets suben hacia los aviones
Allende dispara
Las llamas se apagan
Se saca el casco
La Moneda se reconstituye íntegra
Su cráneo se recompone
Sale a un balcón
Allende retrocede hasta Tomás Moro
Los detenidos salen de espaldas de los estadios
11 de septiembre
Las fuerzas armadas respetan la Constitución
Los militares vuelven a sus cuarteles
Renace Neruda
Víctor Jara toca la guitarra, canta
Los obreros desfilan cantando “venceremos”


http://www.dailymotion.com/video/x2ry54_golpe-de-estado-de-pinochet-contra_politics

martes, 28 de julio de 2009

Impresiones sobre la Gripe Porcina

La Gripe Porcina, Influenza Porcina, Gripe A, Virus H1N1, o muchas otras combinaciones designan a este mal que (dicen) está haciendo estragos por todo el mundo. Mi intención aquí es simplemente comentar mis impresiones, basándome en mi contacto con el “mal del chancho” aquí en México y mi actual percepción de la situación en Argentina, unos días después del pico de atención y enfermedades y psicosis, etc., etc. Realmente me gustaría poder ofrecer más precisiones al respecto (ateniéndome a algún riguroso “método periodístico”), pero las prioridades cotidianas me juegan en contra en esta tarea. Hecha esta necesaria aclaración, continúo con la conciencia tranquila.


Una vez más, el papel de los medios de comunicación ha sido y es importante y, cuando menos, polémico. Hace varios días, la edición on line del mendocino diario Los Andes afirma, en uno de sus títulos, Falleció un niño en el Notti que presentaba los síntomas del virus”. Lo curioso es que, en la misma nota y más abajo, el Ministro de Salud de la provincia, Jorge Saracco, advierte que "hay que tener cautela, porque no sabemos si la muerte fue por una bronquiolitis, una infección bacteriana o influenza". Yo me pregunto: ¿qué les pasa? ¿de qué están hablando?

Otra incongruencia grosera se produce en el hecho de que, según la OMS, son 89.921 (al 4 de julio de 2009) los casos en todo el mundo, mientras que el Ministro de Salud de la Nación, Juan Mansur, dispara al aire que son 100mil (!!!) los afectados en la Argentina. Y allí están diarios, radios, TV, para arrojarnos impunemente estas noticias. Nosotros las consumimos gustosamente.

Como estos, hay cientos de ejemplos.

Es muy difícil sacar conclusiones propias, lo reconozco. Estamos sometidos a una mediación avasallante*. Miro a mi alrededor y pocos lo ven o no les importa. Por eso estas palabras, para plasmar mi vivencia y mi percepción.

No dejo de indignarme por este mundo vivido a través de los medios de comunicación. Todo es lo que aparece en la tele. Lo que no aparece, no es. Pesa más lo que leí en el diario o escuché en la radio que lo que vivo día a día, lo que está al alcance de mi mano. Vivimos pensando en lo que podemos tener, hemos construido imágenes de cómo queremos ser.. Todo esto, mediado por ese “estilo de vida”, esos valores compartidos, esos ideales soñados, impuestos por los medios (y sus grandes empresarios, desde Disney hasta

Rial, desde las películas “taquilleras” y los estrenos hasta los rankings de la radio y el mismísimo Pergolini y sus contenidos contestatarios en formato vendible). Somos todos cómplices. “Los medios no me dicen qué pensar, pero sí me dicen en qué pensar”.


La gripe porcina o como quieran llamarle existe. No dejo de preguntarme qué tan grave es realmente. No niego: es una amenaza. Pero no logro descifrar cuánto es construcción del acontecimiento y cuánto es pandemia, vivida, sentida y sufrida. Cuando todo esto empezó en México, fui “de visita” al Instituto Nacional de Enfermedades Respiratorias y me recetaron (sólo por precaución) el famoso antiviral, Fosfato de Oseltamivir, dado que las placas no mostraron nada anormal pero mi estado se sostenía desde hacía una semana. Lo curioso de esta visita fue que, precisamente el hospital más importante de la Ciudad de México para este tipo de afecciones, estaba prácticamente vacío. ¡En pleno pico de contagios!

Saqué muchas conjeturas, pero ninguna me convence del todo. O todas lo hacen. Lo raro es que no conozco médicos aquí que se hayan animado a afirmar que atendieron o al menos vieron un enfermo confirmado. He estado en contacto con unos cuantos y todos “saben de” pero no vieron nada.


Finalmente dejo una nota que decidí incorporar , al leerla una vez que ya había redactado todo la anterior, ya que refleja exactamente esta mi sensación y acrecienta la impotencia. Que alguien con autoridad en el tema diga algo tan fuerte como que "la gripe que provocan los medios de comunicación es más grave que la real" no hace menos que revolverme el estómago.


Bueno, mis amigos, saludos desde lejitos nomás y sin estornudar...


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* Sé que con todo esto también estoy mediando, es decir, transmitiendo lo que he percibido y lo que pienso; toda comunicación supone una mediación, el problema está en el negocio que implica el consumo de la información mediada (y su manejo) para los grandes empresarios y profesionales de la comunicación y la información.


martes, 16 de junio de 2009

Muerte, dolor y... medios

La muerte viene a endiosar a los muertos. La muerte viene a acrecentar los bolsillos de los que manejan las comunicaciones, de esos que llaman formadores de opinión o, más bien, de los dueños de la pelota. En definitiva, los formadores de opinión son unos giles que reproducen lo que les dicen que digan y, aún peor, se creen que están informando libremente. Pero nosotros también tenemos la culpa: consumimos medios de comunicación cual hamburguesas con papas o choris con coca, según sea el caso y el bolsillo. Nos dan atolito con el dedo.

Se murió Michael Jackson. Y Farra Fawcett, o como se escriba. Dos grosos, probablemente. Pero ¿cuántos de nosotros éramos fanáticos de la música del primero? ¿Por qué los noticieros, canales de variedades, programas de entretenimientos y de espectáculos y otras hierbas les dan tanta pero tanta pero tantísima pantalla? Medios gráficos, televisión, radios, web… todos. Debo haber escuchado, entre ayer y hoy, unas diez o más veces “Thriller”. Entiendo perfectamente: era un groso, creo. Respeto el dolor y respeto su arte. Hay otras cosas que no se pueden respetar, pero supongo que todos como buenos tigres tenemos nuestras manchas.

Lo que me choca es la adulación vana, el endiosamiento cholulo, la veneraci
ón conveniente. Para mí se murió y punto. Pero no me pidan que me duela como si se tratara de un familiar y no me obliguen a escucharlo repetidamente hasta el cansancio. Sus fans estarán tristísimos. Pero estoy seguro de que no todos lo son, sé de buena fuente que hay gente que no tiene ni un solo disco de él. Bienvenido el reconocimiento (aunque siempre es mejor en vida y cara a cara, ¿no?). Personas no gratas la adulación y el negocio. No seamos boludos, no consumamos muerte.

Otra cosa que no entiendo es el dolor por estos desconocidos conocidos por todo el mundo, literalmente y no tanto. A ver: ¿por qué lloro al caucásico de color (oculto) cuando no tiene nada que ver conmigo? Siempre me he preguntado lo mismo en cuanto al consumo (¡qué fea palabra!) musical. Exceptuando a sus fanas, quienes tendrán sus razones para venerarlo, otra vez les pido que no me obliguen a llorar cuando no surgen de mí las lágrimas. Me dolió la muerte de Guinzburg, un poquito. Me va a doler cuando se muera Maradona, cuestionable “prócer” con algunos valores rescatables, según mi parecer. No me dolió la muerte de Fernando Peña, aunque sé que el tipo era un groso tal vez no llegué a conocerlo o simplemente las pocas veces que lo escuché no concordé con él. Sí me estrujó el corazón la muerte del genial Negro Fontanarrosa, y estuve varios días con una sensación feíta adentro. Hoy me enteré de que se murió Andrés Cascioli y, aunque no sabía quién era, cuando me enteré de que se trataba del creador de la revista “Humor” otra vez sentí un dolorcito. Por ninguno de ellos derramé lágrimas. Me pregunto qué pasará cuando se muera, digamos, Charly García. Me va a doler, estoy seguro; no lloraré, también lo puedo asegurar. Me va a romper las bolas el circo mediático y más me va a romper las bolas escuchar en la radio miles de veces “Cerca de la Revolución”, su versión del Himno Nacional Argentino o “Seminare”. No me gusta que me impongan qué debo llorar, qué debo recordar. Lloro y recuerdo a quienes quiero, a quienes conozco y, en menor medida, a quienes no conozco.

Hoy también se murió un candidato a diputado federal por Guanajuato, accidentado en su coche: apenas se mencionó en las noticias. Hace poco, apenas unas semanas, se incendió una guardería aquí en México, en la norteña Hermosillo, Sonora, donde murieron muchos niños. Me hizo acordar a Cromañón. Creo que por aquí los medios aún no transforman el morbo en espectáculo, pero van por ese camino. Días después de esa tragedia, empezó una persecución contra cualquiera que hubiera estado cerca, relacionado. Al rato, un diario tituló triunfante “¡Hay culpables!”. Creí que aparecería el nombre de Chabán por allí, pero no me detuve a leer, sentí que daba lo mismo. A veces sospecho que hay un ranking de importancia para los muertos. Nos han quitado la identidad, la posibilidad de llorar y sentir y recordar y escuchar y mirar y adular a quien nosotros queramos.

Van a seguir muriendo famosos. Van a seguir muriendo desconocidos del mundo. Me voy a morir algún día y vos también. Ojalá que nos lloren y nos recuerden sólo nuestros entrañables amigos, familiares o no.