lunes, 23 de noviembre de 2009

Cuentos para no morir

El hecho de morir es muchas cosas. Se puede morir en el sentido literal y nadie sabe bien qué pasa con eso, cómo sigue la cosa si es que sigue. A nadie le gusta mucho esta idea de morir porque da la sensación de que todo se acaba, pero eso porque lo percibimos desde la vida. El morir es una experiencia ajena a uno, quiero decir, uno no la experimentado más que como testigo. Eso lo hace terrible.
De esta primera idea se desprenden otras maneras de morir, menos letales si se quiere: la indiferencia es muerte, la burla es muerte, la intolerancia y los hijos de puta también. Seguro que hay muchas otras.
Los tipos de muerte que me rondan por estos días no son letales pero sí duelen: la ausencia y la distancia. Y, fiel a mi testarudez, no voy a dejarme acariciar tan fácil por ellas.

Por eso tengo que hacer algo, algo que aleje estas muertes que se empeñan en velar mis sueños, en alejar lo que está lejos, en querer diluir lo que está ausente. Así como Sherezad peleó contra varias muertes durante muchas noches contando historias, intentaré apalear mis muertes durante otras tantas de la misma manera.

El tema es que quizás no soy sólo yo el asediado. Entonces, estas historias, cuentos, poesías y demás cositas que aparecerán en los días sucesivos y por unos meses son básicamente para no morir, MI no-muerte y TU no-muerte...

1 comentario:

  1. Gadsay, te alimentas de almas perdidas en el bolsillo de Dios desde el inicio de la creación atrapadas en el limbo que representa la frágil línea entre la vida y la muerte

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